miércoles, 21 de marzo de 2012

Cada dos lunes

Cada dos lunes exactamente, me haces daño. Amparándote en una de tus neuras, con un gesto apenas perceptible y banal para el resto, consciente de mi sensibilidad extrema, como quien no quiere la cosa (igual que una patada por debajo de la mesa), me abres una herida que me deja agonizando.
Al cabo de unos días, (cuántos, depende de la dirección y la velocidad del viento), me concedes una tregua. Y con otro movimiento igual de liviano que te sacas de la manga, me resucitas dándome de nuevo esperanza.
A ti te gusta practicar este juego del que no has calibrado bien las consecuencias, y con la perfección de tu estrategia has conseguido que nadie más se de cuenta de nuestro tira y afloja, ajeno a que gracias a tu entrenamiento yo ya he alcanzado el modo experto de un partido que ni me entretiene ni me hace gracia.
Ni sabes de que pie cojeo, ni me tienes cogidas las vueltas, ni yo soy una fuente inagotable de paciencia.
Piensatelo el próximo lunes. No serías al primero al que digo; "Mejor, ni siquiera como amigos"