domingo, 27 de noviembre de 2011

Para una vieja musa.

Ahora te das cuenta de que una vez fuiste alguien
tan sólo porque yo te quise.
Porque me aprendí tu saliva y el mapa de carreteras
que dibujaban tus venas,
porque puse en el suelo los pies y las manos
cuando tú me lo pediste,
porque creé un universo tomando como origen
la raíz de tus gestos.
Vuelves ahora,
pidiendo ser de nuevo la razón de mi desvelo,
que antes y después de mi el amor
sólo es una sucesión de tópicos y frases hechas,
de marcas sobre el calendario y escenas diseñadas.
Tú que te burlaste de cada una de mis palabras
escritas con el índice sobre el lienzo de tu espalda
o el vaho de los espejos,
cuando mi obra sólo se editaba en el correo,
 o el reverso de un recibo del banco.
Y yo te observo con el filtro en la memoria de otro amante,
uno que supo leer la poesía
que se me enredaba en la garganta,
que se llenó los bolsillos y la boca
con el mundo que mi voz le regalaba.
Entonces en el recuerdo apenas un esbozo de nosotros,
Y yo te digo que no,
Que ahora ya, no me inspiras nada.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Si me invitas a un trago

Creí que tu perfil encajaría
con la sombra que tengo guardada bajo la almohada
(aunque  tus ojos vengan del cielo sobre el hielo del sur
y los suyos de la hierba en el  norte del mismo continente)
Quizás me confundió la luz tenue de la escena,
y el olor de unos acordes,
y ahora me veo arrinconada en la pared
con las manos en los bolsillos
y tú que caes hacia mi risa,
sin saber que es lo correcto o lo que quiero,
sin poder detenerte para darme un momento
y pedirme otra copa que me hunda del todo
en tu encanto y el deseo.
Aunque los dos sabemos
que  no irás mas allá de mi piel y la nostalgia,
no se si es justo que te arrastre a mi cama
con el golpe de un guiño,
y la complicidad de los bares y la madrugada.
Pero esta noche me daré  por vencida
y dejaré que me toques despacio
si me invitas a un trago,
que me lleves a tus dudas y a tus sueños llenos de pájaros
si no tienes prisa y me acompañas a casa,
si no haces preguntas ni me prometes para mañana,
si me apartas el miedo y olvidas mi cumpleaños,
si me enredas el pelo y me ensucias la boca,
si no te asustas ni sales  corriendo
cuando en el próximo embiste  te muerda el pulgar.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Bajo los cristos de latón

(A mi abuela Basilia. R.I.P.)

En las botas llevo el barro del camino hacia tu nada,
a este jardín sin primavera
de flores secas y cristos de latón.

En la memoria el brillo nacarado de tus uñas
las lamparillas  del último septiembre,
el pan con aceite al fuego
y la cántara de leche de mi niñez.

Sobre ti cae el polvo de otros muertos,
las suelas de sus zapatos,
el peso de una losa que llevará tu nombre
y la fecha de hoy.

Yo tengo la calma, la compostura,
el aplomo para ser el hombro de todos
si aprieto los dientes
tras el acero de tu medallón.

No me consuela  la lluvia;
ese tópico tan apropiado para el  drama.
Lo que quiero es recordar como se llora,
sembar de sal  y rabia este barbecho.

Y regresar luego a la calma de  tu casa…
            prender la lumbre…
                  poner sobre la mesa el hule…
                                            y preparar  café.

martes, 1 de noviembre de 2011

El nombre de las cosas

Me inventado el nombre de las cosas. He rebautizado el mundo por ti.
En la ciudad los edificios históricos han perdido su identidad para que yo trazara mi propio mapa donde todo hace referencia a nosotros; esta es la plaza donde quedábamos,  en esta  esquina siempre nos encontrábamos, en este edificio estudiabas y en el pórtico de esta iglesia me esperabas los lunes a que saliera de mi clase.
Los viernes por la noche me cito en el bar donde nos conocimos o en la calle donde me besaste por primera vez, y las horas se me pasan esperando a unos amigos que no saben a donde acudir.
Nadie entiende a que me refiero cuando en la barra pido  las tapas que te gustan. En el restaurante donde me invitaste a cenar quiero  tu plato favorito, el vino con el que celebramos habernos encontrado y el postre que nos tomamos a medias, pero el camarero me mira con cara extraña y me dice que  mejor  me ciña a lo que hay en el  menú.
De vuelta a casa el taxista comenta que en el GPS no figura como dirección tu cama, y que otra vez voy a desayunar sin ti. Regreso silbando la canción que me tarareabas por la avenida en la que me llevabas del brazo, sin que me acompañe cualquiera que no es tú, y la habitación donde nos desnudábamos se vuelve entonces, a secas,  mi cuarto.
Piensan que estoy loca cuando digo que voy a cocinar en nuestro salón de baile.En la biblioteca no saben que darme cuando busco el último libro que has leído o un ejemplar de tu poeta de cabecera, y nadie más ha visto las películas, o  no reconocen el título, del cine que compartimos tú y yo.
En las tardes de otoño la hojas se vuelven del color de tu iris y en la perfumería no saben que hacer cuando les pido una muestra de tu olor.
Ya nadie me entiende cuando hablo… por tu culpa me estoy quedando sin amigos.