otro giro de un reloj de arena, sin agenda ni proyectos,
el lastre de sacar de una maleta el equipaje apenas puesto;
las pocas ocasiones para desprenderse del pijama,
la ropa y las ojeras con etiquetas.
Es el buzón sin noticias de que existo
más allá de mis costuras,
vomitando facturas de regreso a casa,
y la cuenta vacía…
y un felpudo que no me dice “bienvenida”.
Detrás del vaho de los cristales
la misma escarcha que en la cama,
y café instantáneo para desayunar expectativas,
si me tiemblan la mano y las pupilas.
El tedio de una tarde que cae
como cualquier otra tarde en el sofá,
sin deshielo ni desgaste de estaciones,
sin avance que me arrastre
en dirección “ La primavera”.
Pero este enero es más enero todavía,
con la certeza (implícita e hiriente)
de que no vas a estar al doblar la esquina.
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