miércoles, 8 de febrero de 2012

Las fronteras del colchón.

Entre los pliegues de la sábana,
(como fósiles los recuerdos)
queda el calor de una piel tierna,
(carne de suicida),
el eco de una risa
y la sombra de los besos que arrastra,
el  destello verde de un iris
que tiembla tras la salitre,
el espejismo de los dedos en si bemol
sobre mi espalda,
el precipicio del pecho
y el sabor añejo del néctar
destilado de otra saliva.
Más allá del colchón
tan sólo el parqué con polvo,
el vaho de la ducha y el descafeinado con arcadas.
Las aceras con hielo, mis manos frías,
el autobús que no llega,
hoy tampoco puedo sentarme a la mesa,
el teléfono que no suena,
los bares que abren, las plazas sin ruido,
las esquinas donde no me esperan,
las horas a las que no me cito…

Cada mañana el mundo se desploma a plazos,
si pongo los pies en el suelo
y me levanto de la cama.

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